El despertar del rey: el retorno de Arturo

El despertar del rey: el retorno de Arturo

6/1/2025

Cuando el mito es lo más real

Mis últimas reflexiones —El vacío existencial postmoderno y La muerte de Dios y el ocaso de los valores— surgen como consecuencia de un fenómeno que muchos han descrito como la decadencia cultural de Occidente (dejando de lado, por ahora, el debate sobre si Occidente es una categoría válida o no). Esta decadencia no es meramente política o económica; es, sobre todo, espiritual y simbólica. No existe mejor exponente de está como la creciente incapacidad de nuestras sociedades para sostener una visión compartida del bien, la verdad y la belleza.

Occidente ha renegado de los principios que alguna vez le otorgaron sentido, cohesión y propósito. Ha desacralizado la vida, ha relativizado la verdad, y ha fragmentado la identidad humana hasta convertirla en un mosaico de impulsos dispersos. En su afán por abrazar una libertad mal entendida —ya no como la capacidad de orientarse hacia el bien, sino como la mera ausencia de límites— ha terminado perdiéndose en un desierto ético y existencial —un paisaje interior árido, donde el alma busca sin hallar, y el sentido parece siempre postergado.

En medio de esta crisis simbólica, se hace urgente el despertar de aquello que represente orden, sentido y nobleza interior. Es aquí donde para mí el mito del Rey Arturo resurge, no como un simple eco del pasado, sino como una respuesta arquetípica a lo que hemos perdido y una guía hacia lo que podríamos recuperar. Arturo no es simplemente un personaje de leyenda; es el arquetipo del rey justo y noble, aquel que gobierna no solo con fuerza, sino con sabiduría, y cuya espada —Excalibur— no es un arma de conquista, sino un símbolo de legitimidad espiritual.

El retorno de Arturo no es nostalgia por un pasado idealizado, sino un símbolo vivo que nos interpela aquí y ahora. Es un recordatorio de que aún en medio del caos, la división y el olvido, la nobleza puede resurgir, y que todo verdadero despertar comienza en el corazón humano. El rey no regresa desde afuera; despierta en lo profundo del alma, allí donde aún arde la chispa de lo eterno. Su espada clavada en la piedra representa un llamado: solo quien es digno —quien ha hecho el trabajo interior— puede extraerla.

Quizá no vivimos tiempos de caballerías, pero los desafíos del siglo XXI exigen el mismo coraje, la misma integridad y el mismo anhelo de trascendencia. No es menor la empresa de quien busca la verdad entre las ruinas del relativismo, o de quien se atreve a vivir con propósito en un mundo que ha hecho del vacío su dogma. En cada uno de nosotros hay un Arturo dormido, esperando el momento de volver a levantar su espada y restaurar el equilibrio perdido.

El rey y el reino son uno. Cuando el corazón del rey despierta, todo el reino florece.
Rey Arturo, Le Morte d’Arthur de Sir Thomas Malory

Gracias por estar aquí.
Nos encontramos en el camino.